jueves, 4 de marzo de 2010

OLVIDO (5ª Entrega)

El banco emitió otra nota, arropado en la cofidencialidad. La anormal vida del finado y su nula convivencia en el barrio ayudaron en tal cortina de sutilezas. La mascarada parecía funcinar. ¿De dónde provenían tanto millón y tanta propiedad?”. Todo dios enarboló la bandera de duda. Nada como la duda. "Dudar es un acto responsable. Hemos indagado hasta el fondo. Y éste es el resultado", matizaba el editorial del vespertino. "Lo único honrado que un hombre se lleva a la tumba, es la duda” y otras frases más de parecido percal orquestaron cada nuevo amanecer las noticias del periódico. Al fondo, bullían intereses y, con seguridad, facciones partidistas.

Con los reportajes, los cuenta-historias resucitaron de nuevo desempolvando el orín típico del olvido. Sin embargo, esta vez, pese a la riqueza de detalles que aportaban los periódicos, fracasaron. Los cuenta-historias que, hace meses, habían triunfado escribían ya en la prensa. Nada como el olor del dinero. Además, es conocido que nunca segundas partes fueron buenas.

Al final, el olvido atacó de frente. Se había encendido la hoguera y como de costumbre, acabó simplemente lloviendo a mares sobre ella. La verdad fue vencida. “Los de siempre, frotándose las manos", apostilló mi primo mientras paladeamos un vermú en la terraza de la plaza. "Nada como un vermú para las intranscendencias", le contesté lanzándome al ataque "Era de los tuyos, tu vecino, deberías ser más..." "Eh, para el carro. Que yo y el barrio nos rindamos una vez ante la tempestad, no significa que seamos estúpidos", replicó. "Con los chismes no se come" -pausa-. "A lo sumo, se engaña al hambre. Entérate -nueva pausa-. Y deja de ir de escritor por la vida", remachó con fiereza retocando su pobre y asquerosa matita de pelo que siempre le cae, grasienta, al lado derecho de la cabeza. Luego, se olvidó hasta de mi presencia.
En ese momento el odio y el asco se hermanaron.
Medité: el viejito caerá en el olvido.
“Escribir sobre la ausencia, llenar los huecos de su vacío y poner palabrasa a ese vacío es una solemne tonteria. Entérate primo y baja de las nubes. El tiempo es sólo una dimensión del lenguaje”.

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