martes, 16 de febrero de 2010

OLVIDO (3ª entrega)



…, pues el finado acaparaba también alguna finca, un bosque entero y un par de montes bajos acotados para la caza. Precisamente en la usura hilaba el periodista para dar brillo a su reportaje. Nada como salirse de la fila para remarcar la diferencia. De ahí que gorgojease sobre un peculiar mestizaje: el de la codicia con la tacaña mezquindad del fiambre. Con pelos y señales, por ejemplo, garabateó sobre préstamos no satisfechos por familias de ringorrango venidas a menos. De esas de sonrisa forzada en la prensa del corazón. Ante el vecindario, la aparente miseria del muerto abrió una nueva mina. De asombro. De envidia. Y, también, de venganza secular. Uno de los suyos había hecho morder el polvo a los ricachones. Así, el hambre roía menos. Y las penas eran menos penas. ”Menudo cabrón”, apostilló mi primo leyendo el periódico. Él siempre tan bruto.
(continuará)

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