miércoles, 10 de febrero de 2010

OLVIDO (2ª entrega)

Con el tiempo, tras el matasellos de la carta enviada al periódico donde se publicó la esquela y la del banco que la pagó, el Cuerpo Local de Policía (CLP) habló de un grupo organizado. Sin intencionalidad concreta. Pero, la ciudad del matasellos no coincidía con la del banco, cuya cuenta, además de estar blindada, se perdía en un bosque de paraísos fiscales. Hasta ahí olfateó el CLP. Asunto brumoso. Como de mafiosos. O simlulándolos. Después, la policía se dejó envolver por el silencio. Como el refrán: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Ni el fiambre valía la pena, ni deudo alguno dio la tabarra. Con cuatro inspecciones y un par de interrogatorios rutinarios, tras montar bullla de sirenas y luces, despacharon el asunto.
Pero antes, semana o semana y media, todo fue distinto. Con el cadáver –mejor, con lo que quedaba -, el Grupo Forense alegró la vida del barrio rompiendo su asfixiante rutina. Se vivió el levantamiento de los restos con un sentimiento casi festivo. Sólo en el CLP cundía la angustia. Ni una pista. De nada había servido publicar el "caso" anunciando gratificaciones. La casa de marras llevaba años deshabitada. La suciedad acumulada, el olor putrefacto y las humedades eran su marca. No se encontró nada. El vecindario calló más que el muerto. Sabían cómo se las gastaba el CLP. Únicamente, desplegaron su imaginación en carasoles y bares. A lo sumo, confesaron que, en tiempos, el difunto utilizaba la casa -en realidad, un palacete del XVI- como almacén de los trastos que amontonaba con esmero. O que de ella se contaban patrañas de aparecidos y de un crimen por amor. Osea, fantasmas, navaja, pasión. Nada más. No se habló de que fuera la vivienda del difunto. Se escabulleron.
Cuando el caso parecía enfriado, se produjo un nuevo terremoto. El periódico publicó, con todo lujo de detalles, una historia de novela. Sin saberlo, el vecindario había convivido con un millonario que disfrutaba con la miseria. El reportaje –documentado con todo lujo de detalles- convertía al CLP en prototipo de ineptitud y apuntaba intereses espurios, donde navegaba el dinero sucio, amén de luchas internas y zancadillas. Se señalaba al comisario-jefe por cerrar la investigación. Tal vez, al conocer que elfiambre no era un simple mendigo. Entre las pruebas, los reproteros insinuaban la desaparición de cierta notificación emitida por un banco al difunto. Éste llevaba una semana criando malvas.
Lo significativo de la carta eran los guarismos. Para caer de culo. Pero había más. El palacete valía un Potosí -especialmente, por cuanto atesoraba en los sótanos- y las posesiones parecían no acabar nunca…
(continuará)

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