jueves, 20 de junio de 2019

MÚSICA DE ÓPERA (Soledad Puértolas)


LO IMPERCEPTIBLE, MÚSICA Y GUIÓN DE VIDA. (*)
Ramón Acín

Doña Elvira, su sobrina Valentina y su nieta Alba ejercen el protagonismo esencial (hay otros más y femeninos, por supuesto) en Música de ópera, la última entrega de Soledad Puértolas, quien, como ya es habitual en su dilatada estela literaria, a la hora de relatar acontecimientos de la vida y de la Historia juega fuerte al embalaje narrativo de la insinuación frente a cualquier forma de evidencia. Tres mujeres que, además de un fuerte ensamblaje familiar, poseen también otros interesantes hilos de conexión moral y vital. Hilos sutiles que les permiten pasarse el testigo de una existencia conformada ante todo por la despreocupación (obsérvese la función de los viajes), la orfandad y el fluir cotidiano. Pues ellas son quienes dibujan a la perfección el quicio vital de la novela con su dejarse llevar por las circunstancias, su vivir próximo a la ignorancia (o en ella) y protagonizando la película de la vida sin casi ser conscientes de ésta al bogar con dejadez por la comodidad cerrada de la casa familiar y la presencia de sus componentes. Un dibujo plasmado, además, con un estilo delicado y acertado que busca en último término la invitación de cierta participación del lector. Un lector que queda atrapado (y prendado) en la tela de araña narrativa donde abundan las zonas opacas envolviendo a los personajes y a los sucesos que estos llevan a cabo y que, por supuesto, también los modelan.

De nuevo Soledad Puértolas manifiesta ese uso perfecto de la insinuación propio a su narrativa. Insinuación basada en la exposición mínima de hechos y de tiempos para, sin embargo, abarcar el máximo de la vida y de la historia que, al fondo, ofrece lo relatado. Un uso declarado en la misma novela pues no en vano se nos advierte que “hay partes de la vida que se desenvuelven en la oscuridad, a salvo de las miradas de los otros” (p. 198). Un ejemplo señero del arte de la insinuación explorado por Soledad Puértolas puede rastrearse en el rápido dibujo de algunos personajes masculinos, apenas desarrollados como Justo. Pues, tras los simples brochazos de su existencia, el lector intuye la sensación de profundidad que late más allá de su papel secundario y de apoyatura o contorno a la historia con mirada femenina. Se trata de marcar límites, pero al mismo tiempo de dejar abierta la posibilidad de ahondar con el poder de la insinuación. Pues la exploración de lo opaco, difuso o en penumbra posibilita la sugerencia continua y a través de ésta se alienta la posibilidad de ahondar más allá de lo que se ve o se escucha (en este caso se narra). Porque la realidad es mucho más amplia que la visión proporcionada por los sentidos y demás las limitaciones del ser humano

Por si fuera poco en Música de ópera, junto al enorme poder de la insinuación, debe citarse también el logro de la mirada femenina abordada por Soledad Puértolas. Una mirada que es suministrada directamente por las tres protagonistas citadas, aunque sea Alba quien realmente, en último termino, recupere todo cuanto se relata, reflexione sobre esas recuperaciones y las exponga al lector mediante una especie de indagación sobre la vida y los hechos que edifican la novela. Mirada femenina pese a la enorme presencia del narrador (uso de la tercera persona narrativa) latiendo siempre con energía al fondo de lo relatado. Y mirada femenina o mejor miradas de mujeres que casi sienten no pertenecer al mundo que se desarrolla a su alrededor y que, sin embargo, sí muestran los modos y maneras de estar y proceder en la vida durante una época especial. Una vida y época especiales, eso sí, vividas por personas que pertenecen a una clase acomodada en una ciudad de provincias (Zaragoza, nunca evidente y sí insinuada) y en unos tiempos muy precisos (tres generaciones en el meollo del siglo XX) que, poco a poco, el tiempo va desmoronando. Ésta es la clave de la novela: mirada femenina que permite relatar el conjunto de la vida desde lo más leve o mínimo, además de por dentro y desde dentro (repito: en familia y en casa) remarcado todo ello de manera sustancial por un entorno especial que deviene además en la plasmación de atmósferas envolventes muy precisas. De ahí que el desarrollo de una España en guerra, de una España en posguerra y de una España en busca de un tímida abertura al mundo aparezcan como simples ecos, plasmando así casi sin citarla, con brevísimas notas y en lontananza, la realidad que, sin duda, existió. Por eso, a la hora de la lectura, interesa fijarse no tanto en el plumazo grueso de la historia colectiva que yace al fondo, sino en la cotidianidad doméstica y familiar del primer plano. Cotidianidad capaz de visibilizar con potencia la realidad vital a pesar de su mucha penumbra, oscuridad, miradas hacia otra parte y silencios por los que navegan los personajes. Lo que en verdad interesa recalcar, con menciones simples, es la potencia de lo mínimo y de lo imperceptible como guión de vida. Es decir, el universo de la familia por dentro y desde dentro para, con ello, intuir en la lejanía el conjunto de un país que se adivina en guerra, primero, y solitario, aislado y rezagado después. Representativa es la exposición del drama de la violencia, del horror, de los miedos y de los silencios forzados de la guerra civil como un rumor de fondo (pero no por ello privados de dureza y dolor) para mostrar el aliento vital y el modo de vivir de tres mujeres (generaciones) en una ciudad de provincias. Al final, el dejarse llevar, el desinterés, el sentimiento de desplazado, la ausencia de valentía, la orfandad o, incluso, la ineptitud ante el río de la existencia es lo que manda. Eso es lo que, en definitiva, encarnan las protagonistas en mayor o menor medida. Y como ejemplo emblemático, la actitud de Doña Elvira, la gran matriarca, cuya actuación central es delegar (o descargarse de problemas) tanto en lo físico con el administrador de los negocios (a la postre un estafador) como en lo personal y espiritual a través del callado fantasma de Dorotea, su amiga fallecida. Léase y a fondo.

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Soledad Puértolas. Música de ópera. Barcelona, Anagrama, 2019. 274 pp.
(*) Publicada en la revista TURIa nº 131.

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