lunes, 8 de noviembre de 2010

A VUELTAS CON "LA INVASIÓN DEL VALLE DE ARÁN"


(Vicente López Tovar. Jefe de la operación en la Invasión del valle de Arán)

El tema de la "invasión del Valle de Arán por los repúblicanos españoles a mediados de la década de los 40, es un hecho casi desconocido tanto en la memoria reciente de los españoles como en el imaginario narrativo. Por fortuna, novelas e investigaciones comienzan a quitarle la cal del olvido. Ya es habitual en foros de historia militar y social. Por eso, traigo a colación un reciente texto de Alejandro M. Gallo que recomiendo por su la inusual capacidad sintética y su buen olfato.

"Cuando uno pregunta: ¿por qué naufragó la invasión del Valle de Arán? Siempre surge la voz que justifica la incompetencia: “Los Aliados no nos ayudaron”. Pero en el contexto antes dibujado, ¿quién iba a apoyar a los guerrilleros de Arán? Yo se lo diré: ni los dioses. A quien estas líneas escribe siempre le gustó saber a ciencia cierta quién fue el genio militar que diseñó esa operación. No para entregarle una medalla ni elevarle una estatua a título póstumo, más bien para mostrar a las generaciones presentes y futuras cómo no se deben hacer las cosas.

Antes les dije que nadie ofreció una versión oficial. A lo que añado que los dos grandes pioneros en la recuperación de la gesta del exilio republicano, Antonio Vilanova (Los olvidados, Ruedo Ibérico, 1969) y Eduardo Pons Prades (Los republicanos españoles en la II Guerra Mundial, La Esfera, 1975), pasaron de puntillas sobre este hecho. ¿Las razones? Las disputas internas entre las facciones políticas del exilio.

Dicen que en un principio eran doce mil guerrilleros dispuestos a la toma del Valle de Arán. Alguien ordenó que los extranjeros se replegasen, para que Franco no lo vendiese como una invasión de otra potencia. Quedaron siete mil. A continuación, los anarquistas y los del extinto POUM alegaron que no iban con los comunistas ni a recoger pesetas. El número se redujo a cuatro mil (momento en el que comienza Inés y la alegría). Después de la debacle, los dirigentes del PCE callaron. Y Franco era de los más interesados en silenciarlo.

Así que llegados a este punto, sólo nos quedan investigaciones como las de Secundino Serrano en La última gesta (Aguilar, 2005) o novelas como Siempre quedará París de Ramón Acín (Algaida, 2005) o la versión ofrecida por miembros destacados de la dirección del PCE, como Manuel Azcárate, o testimonios aislados como el de Lluís Montagut en Yo fui soldado de la República, 1936-1945 (Inédita, 2004). Y ahora sumamos a Almudena Grandes con Inés y la alegría...

Más datos. ver enlace:
http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=17&t=18424&p=547139

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