(Hiperbreve por entregas (1). Parte II)
El plato de la ducha se pobló de un color sangre. Como si el agua, teñida de rojo, se esforzarse por quedar fuertemente fijada a la loza, evitando así desaparecer por el desagüe, su destino natural. Le pareció que eso era algo semejante a una visión premonitoria. Y, desde entonces, ya vivió en un permanente estado de sobreaviso. Con el miedo convertido en calambres que le agarrotaban sus miembros. Y a esa circunstancia achacaba todas sus enfermedades. O lo hacía a propósito para ocultar cualquiera de sus otras posibilidades. Ante nosotros. Él lo sabía.
(Dibujo: Ramón Acín. "Fundación Ramón Acín"),
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