lunes, 13 de abril de 2020

LECTURAS de "Un andar que no cesa·


Entre los varios correos, mensajes y cartas tras la lectura de "Un andar que no cesa", dos ejemplos, propensos al apoyo y la amistad (Sumamente agradecido):

-Juan Villalba Sebastian  (profesor y escritor)

Me ha venido de perillas tenerlo ya en casa, sin romper el confinamiento, he viajado por medio mundo: Sicilia, el Véneto, Venecia, Bruselas, Gante, Brujas, Egipto y sus mil mundos, Normandía, Aragón de Norte a Sur, desde Biescas hasta mi pueblo, Sarrión, la España vacía o vaciada, la pintura de Goya en su tierra...los temas y la escritura de Ramón. Todo con un excelente compañero, viajado y leído que, por añadidura, se apiada de ti y de tu desastroso estado físico y te concede tiempo para el descanso degustando buenos vinos y mejor mesa. Calzarse las botas de viajero de Ramón es una estupenda elección que recomiendo, en especial a los vagos como yo, disfrutarán del paisaje y del paisanaje sin salir a la calle, sin tener que pagar el peaje en cansancio del viaje físico, porque como queda de manifiesto en su libro, la lectura es una magnífica forma de viajar, en especial cuando es obligado QUEDARSE EN CASA. Gracias, Ramon Acin


-Charo Farré (profesora)

El motivo de enviarte este correo es especialmente para decirte que tu libro Un andar que no cesa ha sido para mí una muy gratísima compañía en estos días de confinamiento, días que me han permitido degustarlo con la máxima tranquilidad. Sin prisas. Saboreando cada uno de tantos y tantos detalles que has vertido en esta obra que, sin duda, te habrá costado mucho elaborar, eso sin contar con el tiempo real de los propios viajes a los lugares que aparecen en el libro, las numerosas anotaciones y la gran tarea de documentación que exigen algunos de los capítulos. Por otra parte, he de decirte que me ha supuesto una fantástica manera de salir fuera, de viajar en estos días en los que eso nos está vedado; es decir,  que me ha ofrecido una oportunidad estupenda de realizar contigo un magnífico “viaje de papel”.
Me ha resultado un libro interesantísimo y muy enriquecedor, y ello gracias a tu destreza narrativa. Así es cómo, a la lógica consecuencia de despertar en mí  intensos deseos de conocer lugares nuevos, he de unir el hecho de que me ha servido como medio de aprender  mucho     -aunque también ocasión de lamentar con profunda tristeza trágicos sucesos-,  acerca de nuestra Guerra Incivil, del desembarco de Normandía o de las huellas de Goya en Aragón, por poner algún ejemplo. Ocasión ha sido su lectura de deleitarme por paisajes y espacios con otra visión diferente a la del turista común, que pasa su vista acelerada sin que penetre en él la esencia del lugar…; de compartir intensas sensaciones con “el viajero”  tales como el cansancio, el silencio, el viento, el graznido de las aves… cuando, por ejemplo,  realiza el recorrido andando hacia Fuendetodos;  de permitirme contemplar la recreación de los espacios en los que vivió Goya en su adolescencia…; de los maravillosos paisajes normandos; de vivir la noche en Egipto; de la cultura que almacenan tantos y tantos lugares… He descubierto otra Zaragoza también y hasta he sentido cierta intriga por los curiosos sonidos nocturnos en el Monasterio e incluso temor en el cementerio. A su vez, he disfrutado reviviendo experiencias en esos otros espacios que, de tu mano literaria, han vuelto a mi memoria bien por haber sido lugares visitados por mí en alguno de mis viajes o bien por serme incluso familiares. Es el caso del Somontano de Barbastro y Alquézar, tan cerca del lugar de mi nacimiento, el pueblo de Monzón. Por cierto, me extrañó que no lo visitaras, con tanta carga histórica que tiene, amén de su famoso castillo…  
 Bien, siguiendo con el repaso a algunos de los espacios de los que hablas, te diré que también me he divertido al leer alguna de tus anécdotas como es el caso de la llegada nocturna a Trapani ya que, los hechos de los que hablas, me son familiares,  casi idénticos a los vividas por el grupo de amigos que -tras aterrizar de noche allí y alquilar una furgoneta-, al estar perdidos, sin hallar el camino al hotel, tuvimos la suerte de encontrar a dos sicilianos amables que nos acompañaron hasta la casa de alojamiento.
Me ha gustado mucho también leer esos fragmentos de escritores que hablan sobre los pueblos deshabitados, especialmente el de Julio Llamazares pues es inevitable recordar el magnífico libro de La lluvia amarilla,  que leímos con los alumnos del Instituto. También me ha resultado amable ver cómo en su prólogo te recuerda como amigo y compañero de tantos y tantos viajes que con él realizaste por tierras de Aragón en el programa de “Invitación a la lectura”. Una especie de homenaje a esa tan interesante tarea que llevaste a cabo durante muchos años y que tanto aportó a la cultura literaria de los adolescentes al tiempo que nos ofreció a los docentes otro modo muy enriquecedor de enseñar literatura.
Quiero, en fin, darte la enhorabuena por tu libro el cual refleja, además de tu buen hacer literario, tu gran acervo cultural difícil no ya de emular  sino tan solo de igualar. Un libro que, al tiempo,  da fe de tu envidiable poso literario, y digo envidiable pues reconozco que para mí sería imposible -habiendo leído muchísimos menos libros que tú- poder recordar, como tú lo haces, títulos, autores, argumentos, detalles… de aquellas lecturas que hayan podido formar parte de mi bagaje literario.
Nada más. Podría decir muchas más cosas de este libro, pero tan solo quiero hacerte llegar mi respeto por tu obra y mi felicitación por tu magnífico trabajo.
Que pases lo mejor posible este confinamiento con salud y que pueda serte fructífero en cuanto a otras experiencias y actividades que la vida cotidiana, con su ajetreo, no nos permite a veces saborear.
Un abrazo.
                Charo Ferré
 

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