El múltiple misterio del
viaje y su imaginario.(*)
Ramón
Acín
Contraviniendo
las normas de cualquier reseña, comenzaré por el final. Es decir,
dando la enhorabuena a Patricia Almarcegui por este jugoso y gozoso
libro. Y comenzaré también siendo franco y directo: Hay libros que
apenas necesitan comentario porque todas sus páginas son esenciales,
porque es imposible un resumen ajustado al contenido, porque no sobra
ni una sola frase, porque todo cuanto atesoran no sólo es
importante, sino sustancioso. Sí, hay libros así. Y Los mitos
del viaje. Estética y cultura viajeras, en
su parcela, es
uno de ellos.
El
más común de los mortales
sabe que viajar es desplazarse de lugar. Sin embargo, la acción de
viajar siempre debe ir
mucho más allá de
la
simple traslación espacial,
porque, cuando menos,
todo viaje si es de verdad
conlleva la contemplación de sitios
novedosos y desconocidos, además
de una
meditación sobre esa
contemplación. Conlleva
la posibilidad de reconocer y
hasta de
revivir en
los espacios visitados
lo existente y acontecido
durante épocas pasadas. Y,
sin duda, si el viaje
(repito)
es de verdad, también
conlleva vivir
con intensidad lo
plural y
lo sabroso de tales
descubrimientos
y de
cuanto el
viaje encierra en
su seno. Por
si fuera poco, viajar,
entre otras varias
posibilidades, es además y
ante todo ir
al encuentro de los otros,
de cuanto han significado,
hecho y creado. Y,
por tanto,
conlleva
experimentar. Y
experimentar es vivir de verdad. En suma, el
viaje ayuda a comprender el
mundo y sus diferentes maneras de manifestarse o de ser abordado. Por
eso han sido y son
tan importantes los
relatos
de viaje y la reflexión
sobre ellos.
Y lo son
porque viaje y reflexión
dan
fe y, como mínimo,
trasladan
a su
realización,
a
la
experiencia acumulada
y a la
visión obtenida. En suma,
el relato de viaje entendido
como representación final que
otorga sentido a todo,
en tanto en cuanto que el
viaje se
fija y se comparte.
A
todo ello y a mucho más nos remite
Los mitos del viaje
(no olviden su subtítulo,
certero y preciso, Estética
y cultura viajeras), pues su
lectura invita a continuos,
además de muy
variados, desplazamientos
y
sin movernos de la butaca. Invita,
ahondando en los generosos
entresijos del acto
de viajar,
a
meditar sobre
aspectos con
los que dotar
de sentido y
de valor
a
las
inimaginables
dimensiones que el
desplazamiento y cambio de
lugar contiene
(El sentido del viaje
es certero título de un
ensayo que la
autora publicó con
anterioridad).
Sin
duda, Patricia Almarcegui
sabe de lo que escribe porque ha saboreado el viaje en
sus carnes (Con
sus Conocer Irán y
Una viajera por Asia Central,
es posible viajar, además de
Irán, a Egipto, Yemen, Uzbekistán,
Kirguistán o
India, por ejemplo). Y
también sabe de lo que escribe
porque
lo ha indagado a conciencia
como ensayista buceando en la
Historia y en quienes, mediante el viaje, nos cuentan esa Historia
que, a la postre, puede
tener su parte de resumen de
la humanidad, porque Patricia arranca sus indagaciones
desde la noche de los tiempos y su primer relato, para llegar hasta
nuestros días.
Saborear
e indagar siempre
han sido
dos
premisas claves del
viaje, tanto si
éste
es
físico y
personal,
como si
se
trata de
investigar
sobre él
y
sus circunstancias
(lo
que también
acaba siendo un
viaje personal).
Para
que sea de verdad el
viaje,
además de la
posibilidad de
degustar,
necesita siempre
de
indagación
y
reflexión.
Es
decir, necesita documentación
previa,
observación posterior
y
elucubración final
como
mínimo, para
arribar
a su
verdadera
experimentación, a
su
vivencia
y su
plasmación posterior.
Por
eso, indagar
sobre los procesos del viaje, escarbando a fondo sobre sus
diversos aspectos es
tan
vital en
Los mitos del viaje.
Indagar
de
igual
manera
que cuando
se
ejecuta
el viaje físico. Indagar siempre,
desde
espacios, cultura, costumbres, historia…, hasta el sentimiento del
desplazamiento,
el
uso de la mirada
o
la carga
de
literatura que, a lo largo de los
tiempos,
éste
acumula
a su espalda.
Sabedora
de todo ello,
Patricia Almarcegui
estudia, acumula
y presenta gran
variedad de perspectivas en
su ensayo. Cito algunas:
desde las esperadas líneas básicas como
formas y motivos para viajar,
pasando por los “para qué” del
viaje, lo qué y
cuánto supone o
buscan las personas
viajeras…
hasta los distintos conceptos, según
épocas,
del hecho de viajar. Sin olvidar otras, esenciales,
como la fusión de memoria y ficción al
relatar
un viaje o la importancia de la mirada del viajero, por ejemplo. Y
todo ello, con un barrido acertado a lo largo del
existir
de la humanidad, con referencias muy precisas (además
de abundantes) y con la ejemplificación de modelos expurgados
de la literatura.
Perspectivas
a las que,
por si fuera poco, se añaden
rastreos en
viajes ajenos, en los
que la autora,
junto a
una recuperación
de la esencia de tales
viajes,
profundiza al
tiempo en
los
más rasgos
más trascendentes con el fin
de ayudar
a comprender y recuadrar lo
más posible el hecho y
circunstancias
de viajar. Ahí están, entre
otros, las correrías
físicas (y
sus aventuras) de Marco Polo
y
Ruy González de Clavijo, recorridos
como los de Aly Bey o
relatos de viaje llenos de
literatura (Annemarie Schawarzenbach).
Más
cosas a destacar: La
lectura de Los
mitos del viaje, como
todo buen
viaje,
obliga
a obviar lo
mullido de la cotidianidad
para
admirar y disfrutar de
las
maravillas que
yacen ocultas
o
difuminadas más
allá del
tupido
manto
de la costumbre. Su
lectura, desde
enfoques
varios,
desentierra
vicisitudes
y prodigios
del ser humano junto
a
primores
de
su
Historia que, por
lo general,
el transcurrir
del tiempo tiende a sepultar. Y,
en
consecuencia,
el
lector se ve empujado
a comprender
que todo
cuanto
encierra
el
relato viajero puede
(y debe) acabar
reactualizado
e,
incluso,
comulgando
con su
presente.
Hay
teorización en Los
mitos del viaje, sí,
pero
casi
imperceptible
y
apoyada siempre en la amenidad de ejemplos, fuentes, obras
características que ayudan y acompañan a la obligada reflexión
propia
al
género ensayístico,
y
que,
además,
son acordes
a
la necesidad de abrir ventanas para
la compresión del tema (viaje,
viajar, viajero). Ahí
están
ópticas
como la
catadura
de los
viajeros o
tipos de viaje: emulación,
ser/convertirse
en otros, simple placer,
obligación
(caso
de
espías o de
movimientos
migratorios)
o
novedosas
concepciones de
viaje
en
la
actual
sociedad
del bienestar y
consumo (indigencia
de barrios
pobres. zonas catastróficas,
por
ejemplo). Por cierto, al
leer Los
mitos del viaje téngase
a mano lápiz y papel, porque la
lectura se convierte en un continuo subrayar ideas, datos y aspectos.
(Presentación d "Los misterios del viaje". Librería Antígona. Zaragoza)
En
suma, el
universo de papel construido
en Los mitos del
viaje (lleno
de textos delineados
con maestría y
capaces de
condensar
pasado, memoria,
reflexión y
cultura, junto
a sensaciones y gusto),
adentra con
deleite en el
plural imaginario del viaje y de
sus
múltiples intersticios.
Y lo hace
saciando
al lector de
conocimientos, ofreciendo
perspectivas y propiciando posibilidades mil
al abarcar un
amplio arco que va desde
el placentero paladeo
a la reflexión temática.
Por eso, quienes
se acerquen
a este ensayo, como quienes
practican
el viaje a
conciencia (preparar,
organizar,
documentar,
observar,
reflexionar…)
acabarán
con una mirada más amplia y abierta, más sensible e, incluso, más
humana.
Difícil
resumir Los mitos del viaje.
Hay que leerlo. Con
fruición porque su
prosa se sorbe con facilidad, porque
sus frases acunan
y llevan
en volandas por los
misterios
del viaje y de su
imaginario, por la
variedad cultural
y
su
memoria, por geografías
y espacios, por
intimidades y sensaciones… Como
la buena
literatura,
almacena una
ingente dosis
de viaje, múltiple y vario.
Es más, el
ensayo en
sí acaba siendo un viaje,
extraordinario
y sorprendente. Viajen, pues,
gozosos a lomos de Los
misterios del viaje, porque
como afirma la autora (capítulo
“Viaje y crónica”) “Las experiencias no finalizan cuando se
escriben, sino cuando se leen, se escuchan”.
-Patricia
Almarcegui. Los misterios del viaje. Estética y cultura
viajeras. Madrid, Editorial
Fórcola/Periplos. 2019,289 páginas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario