domingo, 23 de junio de 2013

TOMEO, MILES DE TOMEOS

(Publicado en Heraldo.es. Heraldo de Aragón, 23 de Junio)

Se me pide un brevísimo texto de Tomeo. A vuelapluma, de corrido, quemándome la piel por la noticia de su muerte. ¿Cómo resumir a Tomeo en este momento trágico y con tan sólo unas líneas, cuando Tomeo es mi paisaje, cuando Tomeo es parte de mi propia literatura, cuando Tomeo es, sobre todo, apego y devoción, cuando Tomeo es casi carne de mi carne?


Intentaré, simplemente, desgranar, como homenaje a su reciente y ya total ausencia, algunos de los muchos Tomeos que, en este instante, me acompañan: Tomeo en Barbastro (la ciudad que le lanzó a la literatura con su premio de novela y del que también, conmigo, fue presidente del jurado bebiendo vino Somontano; Tomeo en Barcelona (café, charlas y paseos en la ciudad que él conocía como niño oscense emigrado/exiliado de posguerra); Tomeo en Huesca (paladeando ambos un terruño que nos era común); Tomeo en Quicena (con la guerra civil al fondo y un sinfín de anécdotas); Tomeo en “Invitación a la lectura” (múltiples viajes, atravesando Aragón de parte a parte para inyectar la afición a la lectura a los más jóvenes); Tomeo en Madrid (donde, según él, la chicas jóvenes tenían la piel de un bebé); Tomeo viajero (cuántos aviones y trenes compartidos); Tomeo en Suiza, estrenando Amado monstruo; Tomeo en Ginebra con su alargada sombra literaria (sombra suiza que llegó a España) mientras hablábamos de Miguel Servet y los calvinistas; Tomeo en Alemania disfrutando ante los alemanes que le alababan su teatro nacido de novelas; Tomeo en Zaragoza, con miles de amigos y en múltiples situaciones, incluida la locura compartida de una proposición para el Premio Nobel; Tomeo en mi casa deleitándose con mis jóvenes vecinas; Tomeo en el Balneario de Panticosa o en Bodegas Enate o en el Teruel profundo, el origen paterno; Tomeo y sus fantasmas que también han acabado por ser los míos…

Tomeo y los miles de Tomeos que pululan ahora y pulularán por mi vida, llenos de afecto y amistad (esas llamadas a deshora, las confesiones mutuas, los intercambios literarios…) que ahora a bote pronto, pese a su ausencia, se me hacen tran presentes. Tomeo, tu verbo siempre será carne (y efigie) gracias a tus novelas, que son y serán universos, cielos, espacios… de lectura y reflexión aunque tengan la extravagancia de seis dedos, aparezcan estrábicos, paticortos, culibajos, cegatos o malhumorados.

Tomeo, siempre Tomeo, inigualable y universal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario