viernes, 8 de marzo de 2013

UNA LECTURA INTERESANTE (Arno Surminski)


 
ERAN MALOS TIEMPOS, EL MUNDO SE HUNDÍA*

                                                                        Ramón Acín

Auschwitz. 1940-1945. Segunda Guerra Mundial. Ensayo “Observaciones sobre la fauna ornitológica de Auschwitz”. Todo real. Y, sobre esta realidad, la ficción: Hans Grote, soldado SS alemán (en la vida civil: orniólogo y profesor) y Marek Rogalski, prisionero polaco (en libertad: estudiante de arte) comparten una cierta proximidad de trato que, en apariencia, parece limar la evidente dependencia de la víctima al verdugo. La posibilidad de una fisura así en tan ilógica relación se asienta sobre un vínculo de trabajo (estudio ornitológico entre los ríos Sola y Vístula), aunque éste apenas consiga mordisquear los férreos herrajes y normas de un campo de concentración nazi, destinado a la absurda política de aniquilación de seres humanos.

No obstante, aunque la relación entre Hans y Marek nunca llegue a mayores, su proximidad en el faenar común (impuesto y asumido/aceptado, claro) sí que permite sobrevolar el fácil detallismo de lo que podía haber convertido a la novela en otra historia más relativa a los campos de concentración. Y sucede así porque lo presumible y predecible en este tipo de historias (con el nazismo y sus execrables políticas al fondo) se achica, pese a la crueldad y falta de humanidad reinantes, ante imágenes mucho más corrosivas. Imágenes que, además, Arno Surminski (1934, Prusia Oriental) sirve al lector como de pasada; como si fueran simples (por habituales) fogonazos ante la subsistencia, la sumisión, la esperanza, el odio, el miedo, la incapacidad… Y con todo, ello, edifica un sólido texto que va más allá de lo que su historia novelesca, a primera vista, relata. Junto a la Historia, la función de parábola, junto a la Vida, la reflexión sobre el absurdo. Así, por ejemplo, al lado del recuerdo de tan odiosa época, turbulenta e inhumana, a horcajadas sobre las aristas de una convivencia imposible, la novela ofrece también la historia de una doble pasión (ornitología y pintura), amén de los entramados con los que construir el andamiaje defensivo tanto en el ánimo de quien es víctima como del que ejerce de verdugo. Sin olvidar, entre otros aspectos, el significativo choque entre lo infernal (vida en el campo de concentración) y  su adjunto “locus amoenus” (vida  en las riberas de los ríos en las que Grote y Marek avistan y estudian la avifauna).

En el continuo disparo de unas frases, sencillas y cortas, que emergen, muy nítidas y potentes, sobrevolando la historia narrada, reside la fuerza de la novela.  Son frases que suenan como bombazos, que descargan angustia, que traen el eco de la cruel realidad, que hablan de los imposibles…, pero, al tiempo, también, que suenan a vida y que van más allá del relato de cuanto sucede a unas gentes cercadas y mordidas por las circunstancias. Frases que, en definitiva, se encumbran no sólo sobre los sucesos narrados, sino sobre la misma Historia hasta hacerla Vida (ambas con mayúscula), sustancia universal y carne muy apropiada para una reflexión inteligente. Sin duda, los momentos narrativos más fulguranres (además de hirientes y sugerentes) están recogidos por ese goteo de frases aisladas que, como disparos, muestran (e indagan) el debate interno habido en ambos protagonistas. Especialmente en Marek que es, en realidad, quien da cuenta de todo cuanto acaece. Y, aunque en este mencionado proceso interior, el pesamiento del verdugo queda oculto o, en todo caso apenas entrevisto, Arno Siminski consigue hacerlo visible a través de la sugerencia destilada por el pensamiento de Marek. Todo un hallazgo que la víctima, ante la actuación de verdugo, no dialogue con él acerca de las consecuencias de su actuación, pero que sí lo haga consigo mismo y, con ello, la realidad, común a ambos, aunque oculta en Grote, adquiere total visibilidad. Estamos ante el valor del “instante” o del “momento”,  pero también ante el valor de los “objetos” (horca de ajusticiamiento) o de los pequeños sucesos (banda de música). En suma, la vida fluye vigorosa en todas sus dimensiones. Y lo hace incluso en el espacio del  amor mediante el acertado desmenuce de retazos famliares. Retazos que son vividos en el caso de Grote (apoyatura de carta) frente a los imaginados y, sin embargo, igual de vivos, en un Marek prisonero. Ciento ochenta y seis páginas que atrapan y que se leen, pese a su evidente crudeza, con gusto y de un tirón.

Arno Surminski. Los pájaros de Ayschwitz. Barcelona, Salamandra. 2013, 186 pp. Traducción: Mª Dolores Ábalos.
*Publicado en "Artes y Letras" de Heraldo de Aragón (Dirección: Antón Castro)

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