ESCRIBIR SOBRE LO PERDIDO (*), por
Ramón Acín
Memorias, acumulo de estampas
retrospectivas hábilmente concatenadas, autobiografía novelada, novela
autobiográfica… A todo ello (y a varios frentes más) responde Tiempo de inocencia, la última entrega
de Carme Riera, quien, con ella, bucea inquisitiva y libre en su infancia, ese
territorio que siempre tiende a ser el paraiso perdido. Pero de la lectura del
texto no hay que esperar tan sólo este mencionado sumatorio de posibles,
descolgándose amables desde el dibujo de un mapa personal –quizá un tanto nostálgico-
de la autora, propenso a la emoción y de continuo lleno de plasticidad y
sensorialismo. Hay, por supuesto, más dimensiones presentes. Junto al despertar
de la infancia, camina, como mínimo, un amplio conjunto de asepiadas
fotografías que atrapan tanto espacios físicos como emocionales, y espacios de
conjunto e individuales, que, especialmente, ahondan en el pasado pero que, en
ocasiones, de forma muy explicativa, descansan en el presente ofreciendo así en
rico constrate de miradas.
El ámbito vital de la ciudad de Palma
de Mallorca (la de las décadas de los años 40 y 50 del siglo XX) y el del
ruralismo circundante (la Deià veraniega), con sus vaivenes a los ojos de una
niña, sirve de marco a las sugestivas incursiones que Carme Riera propone con
una prosa ligera y cautivadora que, incluso, deja gratos huecos para que se
cuele un humor suave. Las más abundantes suelen llevarnos al árbol genealógico
de la autora y sus entornos que, con la fuerza de un imán, consiguen atrapar la
Historia; una Historia que, aunque aparentemente parezca personal, suele
devenir en colectiva. Otras veces, por el contrario, las evocaciones invitan a paseos,
siempre preñados de visibilidad y voz, para adentrarnos en el corazón mismo de
la sociedad mallorquina, repleta de viveza, rumurología, oralidad, tradición y
vida.
La inocencia (tan explícita en el
mismo título del libro) se pasea por las páginas a golpe de recuerdos (recodar,
dice la autora, es “volver a pasar por el corazón”). Recuerdos que, cuando
menos, sirven para explicar y reconocer, al tiempo que, también, para
explicarse y reconocerse. En varias direcciones, claro. Pues, el recuerdo hace
que ciertos sucesos cobren sentido o que determinadas anécdotas, apresadas en
la madeja de la memoria y suma de historias con historia, adquieran valor y
significación. Y no sólo para la autora y su obra narrativa (esas menciones,
tan confesionales, acerca de determinados hechos, escenas, experiencias… que han
propociado el pie para la mayoría de sus novelas, caso de El último azul o La mitad del
alma, por ejemplo), sino para el lector, al quien también se le permite
asistir al espectáculo del pasado en primera fila, mientras el tiempo fluye
ante él cálido, veloz, inquisitivo, rumoroso, cambiante.
Es el logro de Carme Riera,
convertir Tiempo de inocencia en un
río que lleva al corazón de una época y de un espacio hoy casi desaparecidos
(o, al menos, un tanto distintos), llenos de un recio y rancio sabor a pasado y
a otro tipo de vida. Un río que, siendo
particular y personal, posibilita, sin embargo, un cierto
esclarecimiento, digamos explicativo, de corte colectivo. Sin duda, porque, en
este fluir, las particulares aguas que Carme Riera vierte sobre el cauce de Tiempo de inocencia, se convierten en
comunes para los lectores ya entrados en años y, al tiempo, aportan para los
más jóvenes una radiografía perfecta, plástica y sensorial de un tiempo y un
espacio recientes, pero casi inexistentes. Todo cabe en la edad de la inocencia
que, paso a paso, va dejándose engullir por un futuro devorador (y que no es
nuestro). Por eso, el mundo de olores y sonidos, de imágenes y emociones, de
anécdotas y sucesos, de estampas y evocaciones,… maridados a la perfección en la propuesta de Carme Riera, destila tanta vida y concita tanta atracción
mientras su lectura transcurre plácida.
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Carme Riera. Tiempo de inocencia. Madrid, Editorial Alfaguara, 2013. 256 pp.(*) Publicado en "Artes y Letras" de Heraldo de Aragón. 14-III-2013.
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