FAMILIARES DE BUEN VER
por Ramón Acín
Aunque algunos chismorreos hablaban de sus
arrebatos, nadie de la familia imaginó que pudieran alcanzar tal violencia.
Cuando, absorta, la sorprendían con lo de siempre, todo el mundo hablaba de
chifladuras. No obstante, alguna vez preocupó de verdad. Porque, a veces, sus
manías acababan directamente en el desvarío. Por eso, aquel día en el que el
criado de la Casa se quitaba la ropa con soltura, dicen que estalló la tormenta
definitiva. Confesó que disfrutaba observando como aquello rasgaba la espesa mata de vello y emergía ante sus ojos,
antes de acabar alojado entre sus labios.
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