lunes, 21 de enero de 2013

CUESTIÓN DE MATICES (micro-relato)


(ilustración: Solidaridad Obrera)
CUESTIÓN DE MATICES

Una vez que se le daba entrada, era imposible pararlo. Aunque hablase por lo codos hasta el cansancio, captaba la atención porque hilaba frases y frases con una lógica aplastante. No era cuestión de respeto. O, al menos, no del todo, aunque su fama había traspasado las fronteras del país, invitado por varias universidades extranjeras. En él, lo más habitual era discusear sobre su odio al trabajo para, a renglón seguido, elogiar la virtud de la pereza. No porque la encarnase y fuese un vago de siete suelas, sino por la aversión que sentía hacia la locura que, según él, nos había atrapado a todos. Esa insana, aseguraba, pasión obsesiva por el trabajo y, en especial, por el dinero.

Cuando saltaba la bicha del dinero, su discurso tomaba siempre la misma dirección y el tema de ocio hacía una triunfal aparición. Ocio como libertad y felicidad frente al falso icono del capitalismo. El dinero esclaviza, afirmaba, sabiéndose querido de todos. Había bebido de Lafarge, Bertrand Russell e, incluso, de Marcusse, pero no había hecho bien la digestión. O, al menos, no quería hacerla por más que gustase de inclinaciones casi monacales, aunque siempre en comunidad.

Tenía tiempo para practicar el ocio, pues, con menos de dos horas despachaba los asuntos de su inmensa hacienda que otros trabajaban por él.  

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