(Foto. Diario de Navarra)
LOCA DE NOCHE
En las mañanas, su vida era muy
poco literaria. Tan sólo, la cosmética en fuga, tiritonas y un volcán en la
cabeza, además del sinsabor de sueños que jamás llegaron a puerto. Lo sabía y, sin embargo, cada despertar, me aseguraba
lo mismo: va a ser mi gran día. Con tozudez. Por eso, después, me hablaba de
perderse en el asfalto, de taconear como una loca toda la noche y de encontrar
la luz, su luz, entre bostezos del amanecer. Por ejemplo, con su boquita hecha
corazón, combinando el rosa y el lila en su piel de peluche y sin dejar de
jugar con el abanico. Porque, bajo las cenizas nocturnas, nunca, me aseguraba
él con pasmosa seguridad, languidecen mis brasas. Y es que, dentro de él, bullía el afán de loca.
Al menos, eso es justamente lo
que pespunteó en su diario/novela que alcanzó el éxito de los top ventas.
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