miércoles, 25 de mayo de 2011

PRESENTACIÓN POR LUCÍA GASCA (Cpea. "Concepción Arenal").




En el CPEA Concepción Arenal de Zaragoza

24 de mayo de 2011.

Buenas tardes. Hoy, con motivo de la visita de Ramón Acín, os he escrito un cuento con final feliz, aunque vivamos tiempos difíciles para lindezas del intelecto:

"Allá en el país de Pirene y sobrepasado ya el medio siglo, nació nuestro protagonista en el seno de una familia montañesa y rodeado de mujeres. Hasta Cinco tuvieron que ver en la vida de este hombre .

Cuando abrió los ojos el pequeño Ramoné, se encontró rodeado de unos gigantes de roca que tenían la cabeza blanca; túnicas de todos los verdes imaginables, amarillos, anaranjados y ocres, cubrían esas enormes corporeidades y lamias azules y transparentes se colaban por sus pliegues.

Pronto descubriría el pequeño Mané que las hadas lo habían dotado con el don de la palabra. A la par que sus pantalones corteaban, más palabras recogía. Le llegaban de su casa, de la calle, de la escuela, de carasoles y bureos. Sus oídos siempre atentos a las voces de los mayores, su curiosidad siempre dispuesta a dejarse impresionar. No obstante, tendría que tener cuidado de no ser sorprendido y perseguido por alguna guzpata.

-Pero qué puedo hacer con ellas, se preguntaba y repreguntaba. Hasta que un duende acurrucado en una mata de boj, le susurró que podía dibujar con las palabras todo lo que veía, todo lo que escuchaba, todo lo que intuía, hasta lo que pensaba. Fue así como decidió, por si otros niños no lo conocían, que describiría primero los picos, el Valle, barrancos y pozas, la prisa de las aguas por recorrer su camino, los bosques y alguna cueva; y ¿habrían oído hablar de la amenaza del pantano, que se estira Como cuando es larga la sombra?. Seguro que de los onsos y del Fotronero, no. No se olvidaría de pintar el vigor del verde en primavera, del apabullo del sol en verano y de las dentelladas del helor invernal. Tanto poder y magia tenía la Naturaleza, que allí todo era posible, todo podía ocurrir. Cómo les gustaría a otros chavales subir con él al Collado, para adentrarse por sus enormes bocas, buscando algún resto de los que, desde el principio de los tiempos, habitaron estas oquedades: los tempestarios, que atraían huracanes y creaban tempestades y los magonios, que de países lejanos venían surcando las nubes, en barcas, para mercadear con trigo y carne. Eso le había oído al abuelo al amor de la lumbre.

- ¡Ya está este zagal otra vez en Babia! – malhumoraba su padre, de tarde en tarde – pero ¿qué demonios tendrá en la cabeza?

-Pues qué va a ser, hombre: misterios e ilusiones, fantasías y memoria – sentenciaba la madre, presta a excusar al tesoro de sus entrañas.

-De todas las maneras, ya le queda poco pueblo. Al año que viene, bajará a la ciudad a estudiar. No quiero que crezca con la dureza que lo hicimos nosotros, que lleve La vida condenada que nos ha tocado. Ya va siendo hora de que conozca mundo y baje de las nubes, que se deje de cuentos y de historias, de alambiquear con las palabras.

-Pero la invención y la fantasía son necesarias para que este mundo parezca más bello y sobre todo más llevadero.

-Sí, pero eso no le dará de comer. Aunque de nada sirva lamentarse, el seguirá otro camino.

Y llegó el momento de verse Entre dos mundos y una ilusión. Sabía que salir de su entorno y vivir con Extraños le iba a resultar muy duro; sin su familia, sin sus amigos, sin sus paisajes del alma; sin su maestra, a la que le mataron al novio, al que tanto quiso y tan poco le duró… Además, en la ciudad no había ni solanares, ni lucernarios, ¿de dónde le vendrían ahora las palabras? ¿por dónde se escabulliría a fabular con Los secretos del tiempo escondido? No podía perderse información. Tenía que registrarlo todo, ya que si el Valle desaparecía como presagiaban, tendría que quedar evidencia de todo aquello, de todas las vidas y cuentos, de todos los chismes y dramas. Sí, para eso utilizaría las palabras.










Por otro lado, antes de que Martinico le cerrase los párpados, muchas horas había pasado Mané, con el embozo hasta las cejas, porque ya se sabe que la noche está llena de fantasmas; a ver si iban a rondar por allí las almetas y bulturnos y se lo llevaban, soñando despierto con las avenidas y torres de pisos de la ciudad, con cafés y chicas guapas que había escuchado de boca de algún mozo joven que de allí había vuelto.

Tendría que repasar su Manual de héroes para ver de qué se tenía que pertrechar para esta nueva aventura. El universo de su infancia se cerraba, estaba Al filo de dejar de ser niño.

Así fue como La marea de la vida lo llevó a hacerse mayor. Con el estudio y la literatura, con la música y el cine, con nuevos amigos y otros amores. Aunque siempre guardaba unas horas para la melancolía y el recuerdo, para la añoranza. Poco a poco y cada vez que subía al Valle se iba acrecentando la mordida del compromiso. Todavía no había utilizado Las estrategias de la memoria para dar voz al miedo, al dolor, al autoritarismo, a la muga y el exilio, a las reglas no escritas, al valor y a la generosidad de tantos hombres y mujeres, de tantos Hermanos de sangre, que vivieron una guerra , que tuvieron que huir o esconderse, cuando no aparecieron en una cuneta con un tiro en la sien. Para describir Cuando muerde el silencio la angustia y el rencor en tantas Casas Laneta, Burrullán, Casalpueyo… del Valle. Casas con mayúscula, en las que las familias, más que una unidad jurídica, eran unidades de salvación o de perdición, Casas de los que ganaron y de los perdedores; Casas que cobijaron a tías y tiones y siempre a un primo al que contarle y preguntarle, al que poder decirle que Siempre quedará París; y a esas viudas e hijas que llevaron el negro por bandera. Casas que quedarán en pie mientras uno solo de estos hijos se quede de guardián y otras a las que alguien echó el cerrojo. Tanto esfuerzo, tanta penuria, tantas muertes…para nada.

Y, sobre todo, escribir, escribir no para que te quieran, ni para divertirte, sino para averiguar lo que no se sabe. Viviendo con ilusiones y desplomes, con esperanzas y recaídas y, por supuesto con contumacia, es como llegó el pequeño Mané a ser Doctor, pero no de los que recetan, sino de la palabra, y catedrático de Lengua y Literatura. Editor y director de revistas y colecciones literarias. Aprender y enseñar la escritura, la propia y la de otros. Escribir sobre Aragón para expresar su querencia y hermanamiento con la tierra, con las raíces, explicarse desde los orígenes.

Y así acaba la historia de este montañés que empezó jugando con las palabras y acabó siendo académico de número de la Real Academia de Nobles y bellas Artes de San Luis.

Ahora, voy a comentaros un pequeño secreto. Escritores, narradores, cuentistas y ensayistas, como Ramón, hay muchos; pero pocos han dedicado las energías y el entusiasmo que él ha puesto en la noble tarea de coordinar un programa puntero en España como es el de Invitación a la lectura. Desde 1999 hasta hoy. En estos quehaceres nos conocimos, y es un honor tenerlo hoy en la mesa y no detrás de la columna como otras veces.


A menudo la vida y la escritura caminan juntas. Y este es el caso de Ramón Acín, antes que nada, un amigo".

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